Tuesday, March 31, 2009

Jeff.

Jefferson nació en una familia acomodada de Pavas, hijo único.
No tenía mala pinta, por algo era conocido como ¨Luis Miguel pobre¨, su éxito con las mujeres se reducía a la página central de la Hustler edición agosto 1990 y a una chica nicaragüense llamada Alicia, hija de padres primos hermanos. Su problema radicaba en que iba directo al grano.

Entre los hábitos de Jefferson estaba su amor por la masturbación, el mañanero, el de media mañana, el de la tarde, la sobopirina, la del baño del colegio, la salida sospechosa en hora de clase, lo pensabas dos veces antes de darle la mano. Pero el más curioso de todos era la masturbación en grupo, acto que fue ganando adeptos en el transcurso del ciclo lectivo.

Fuera de todo esto era un buen tipo, no le hacía mal a nadie, eso es suficiente para decir que alguien es un buen tipo.

Lo dejé de ver después del 4to. curso y nunca más volví a saber nada de él. Celulares y msn no existían en la vida de ningún centroamericano, viviamos en el siglo pasado.

Los años transcurrieron con la normalidad esperada. Un día y siete años después iba caminando de la mano con mi novia de turno por un centro comercial, a lo lejos veo un rostro familiar. ¡Era Jefferson! Venía a la par de una joven que por su forma de vestir y su costra en la piel indicaba no ser de la familia. Estaba embarazada de más de 7 meses. Atrás venían los papás de Jeff, custodiando la escena.

No guardé sutileza alguna para saludarlo, le dí un fuerte abrazo, pero su cuerpo estaba frío y sus ojos habían dejado de lagrimear, estaba seco. Percibí que su falta de alma se debía a la situación que se me expondría en ese instante: -Hola, le presento a mi esposa, señalando a la mujer embarazada de al lado. No salieron más palabras de su boca. Su mamá desahogándose en ese momento nos dijo: Ella es la muchacha que trajimos de Nicaragua para que trabajara con nosotros y mire: quedó en la familia.

Me despedí con una angustia ajena.

Pasó el tiempo, otro año, otra mujer, otra locación. Entraba a un bar en la Calle de La Amargura, de entre la música y los gritos sobresalía uno en específico, nuevamente era Jeff, me le acerqué, y antes de decirle hola, me dió un abrazo, el que me devolvía luego de un año. Ahora sus ojos lagrimeaban y entre la risa, el llanto y las cervezas que llevaba encima me dijo: ¡Perdió el bebé!

5 Comments:

Blogger C@rlos Jiménez said...

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3:12 PM  
Blogger C@rlos Jiménez said...

Está fuerte la anécdota.
Una duda: ¿Te dio la noticia "aún casado" o "recién divorciado"?

3:14 PM  
Blogger Meminho said...

Eso no se lo pregunté Carlitos

2:31 PM  
Blogger Unknown said...

Puta mae, me lo imaginé blanquitico y con frenillos, un caso de eso que no se sabe si dar por perdido o tan solo pensar que del todo nunca hubo caso.

Buena anécdota!

8:45 PM  
Blogger Azopfeiffer said...

Es que la masturbación colectiva es algo que marca muy gacho a la gente, de ahi al sexo con portas hay solo un paso.

6:11 PM  

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